entrevista

“Retrocedimos cien años en los derechos de los trabajadores”

Si la relación de dependencia no es el mejor modelo mucho menos lo son la cooperativa o el Convenio PyME. Esto queda claro cuando los fríos números toman la caprichosa forma de personas, que llevan consigo historias de lucha.

Por KARINA FERNÁNDEZ | Fotos de DIEGO IZQUIERDO

“Yo ahora ando haciendo veredas, trabajo que le hemos arrancado al gobierno. Tengo 54 años, trabajé toda mi vida en el pescado, no tengo aportes jubilatorios, jamás cobré salario familiar, crié seis hijos. Mientras mi físico aguante tendré que estar haciendo veredas, plantando árboles o el trabajo que pueda encontrar; pero el día que mi cuerpo diga basta, no sé de qué me voy a vestir. Dependeré de que mis hijos tengan que sacarle a sus familias para poder mantenerme a mí, espero que no tenga vida para ver eso. No puedo dejar de ponerme en la piel de tantísima gente que hay en el gremio del pescado, que está en la misma situación”.

Estas son palabras de Nancy, una filetera que forma parte de una lista negra cuyos miembros tienen vedada la entrada a cualquier planta pesquera. Quizás no sea esta la manera clásica de comenzar una nota; pero nada de lo que Nancy diga a lo largo de la charla que mantuvimos puede entenderse de la misma manera si no conocemos antes el desenlace de su vida.

Muchas veces me he visto en el centro de las críticas por sostener que el sistema cooperativo debería existir en el ámbito laboral de la industria pesquera. Los argumentos para desacreditar lo que digo son muy variados, desde el ausentismo hasta los costos laborales, insoportables para muchas empresas, lo que es atendible y merecedor de un profundo debate. Sin embargo, cuando se toma contacto con lo que este sistema –que podría ser muy bueno– ha generado en Mar del Plata, es imposible no estar en contra. La explotación llevada a la máxima expresión, sin horario fijo, sin jubilación, sin salario familiar, sin obra social, sin vacaciones, haciéndose cargo el trabajador hasta de los cuchillos que usa como herramienta de trabajo, generando familias desmembradas y niños abandonados.

En esta ciudad se cuentan por miles los trabajadores que se encuentran en esta situación y todos hacen oídos sordos a sus reclamos, incluso después de que el Estado comprobara el fraude laboral. Desde el SOIP, gremio que agrupa a los obreros de planta, se ha encontrado una salida que sólo beneficia al empresariado: el Convenio PyME. Quienes se resisten a ser tratados como esclavos en el siglo XXI pasan a conformar una lista negra. En ella está Nancy y también María De Matei, Patricia Comparada y tantos otros obreros que pretenden ser tratados como trabajadores.

REVISTA PUERTO: –¿Cuándo comenzaron con esta lucha?

NANCY: –La lucha en el pescado siempre existió pero se intensificó en los años 1988, 1989, cuando se empiezan a armar las cooperativas y se genera una gran desocupación, con despidos compulsivos y despidos encubiertos. Le hacían creer a la gente que la cooperativa era lo mejor que les podría pasar porque en un año iban a tener el terreno propio, la casa, al cabo de tres años iban a tener sus propios camiones para transportar y en diez años ya tendrían su propio barco. Ése era el discurso.

RP: –¿Esa situación se utilizó para presionar a los obreros y llevarlos a aceptar la cooperativa?

N: –A los que estábamos efectivos, presionándonos para pasarnos a la cooperativa, nos daban una cantidad de pescado suficiente como para cubrir la garantía horaria. En las cooperativas trabajaban día y noche, la gente entraba a cualquier hora y siempre había una mesa que iba quedando desocupada, en esa época pagaban a plata de hoy 1,80 pesos el kilo de filet, era muy buena plata, ése fue otro de los métodos que utilizaron para que la gente decidiera pasarse a cooperativas. Luego la fábrica presentó quiebra y cuando estás en la calle, tenés que ir a trabajar donde te dicen, donde tenés un lugar te metés, yo a partir de 1989 nunca más tuve la oportunidad de trabajar en relación de dependencia.

RP: –¿Existen las cooperativa legales?

N: –Es la gran discusión que hemos tenido, incluso hasta con el Ministro Tomada. En los papeles todas las cooperativas son legales, la ilegalidad está en el funcionamiento. Las cooperativas se presentan con una dirección ya compuesta y cuando llegás no tenés más remedio que ser asociado y ser asociado no es lo mismo que ser socio. Las cooperativas legales no existen porque el dueño de la materia prima siempre es la gran empresa, es por ello que les decretaron fraude laboral.

RP: –¿Cuál es la diferencia entre un socio y un asociado?

N: –El socio para poder empezar a trabajar tuvo que poner una cantidad de dinero en partes iguales y los asociados no ponen dinero. Entonces no pueden tener los mismos derechos. La gran truchada es que no somos asociados sino empleados del directorio.

RP: –Los empresarios argumentan que un buen obrero en cooperativa puede tener mejores ingresos que uno en relación de dependencia. ¿Cuánto tiene esto de cierto?

N: –Tiene todo de mentira, no tiene nada de verdad. Una vez que la mayoría de los obreros pasó a este sistema, resultó que no había suficientes cooperativas para tanta gente y además al estar la mayoría de los obreros en cooperativas, el precio comenzó a bajar.

RP: –Hoy, ¿cuál es el principal problema de los que viven de la cooperativa?

N: –Hay mucha desocupación, la gente se acostumbró a vivir cada vez con menos plata, el que trabaja bien, trabaja dos o tres días a la semana y a veces son muy pocos cajones. Además si hay algo que no les gusta te echan, porque echar a un obrero de la cooperativa no cuesta nada. Hoy el kilo de filet se paga 0,60 centavos, por convenio debería valer el equivalente de un boleto de colectivo, estamos muy lejos.

RP: –¿Qué significa el Convenio PyME?

N: –Antes ponían al frente de los trabajadores a un cooperativista y ahora ponen a un personero de la empresa como presidente de la SRL, no tiene mucha diferencia con las cooperativas. Este convenio te retrotrae cien años en los derechos de los trabajadores. Por ejemplo se perdió la garantía horaria, se cambió por un garantizado que sólo se pagará si la empresa es responsable de la falta de trabajo, es decir ante una veda biológica no se paga. Pueden ser llamados a trabajar a cualquier hora y por el tiempo que el empleador considere necesario, ya no existen las ocho horas. El reclamo por el pescado chico es causal de despido.

RP: –¿Qué respuesta les dio el Ministro Tomada ante estos reclamos?

N: –Nos dijo que no le iba a temblar la papada y que iba a llegar al final del problema. Cuando le dijimos que la solución era quitarle el permiso a quien tuviera los obreros en negro, nos dijo que estábamos locos, que eso no lo podía hacer porque lo echaban.

RP: –A trabajadoras como vos, como María De Matei, Patricia Comparada, ¿qué les pasó por presentar pelea ante el avasallamiento de los derechos laborales?

N: –Nos quedamos en la calle y en una lista negra. Está prohibido tomarnos a nosotras, a todos los que porten nuestro apellido y a todos los compañeros que nos acompañaron en esta lucha. En la última elección del SOIP perdimos por un fraude que está comprobado pero el Ministerio de Trabajo prefiere seguir con esta gente, porque con ellos es fácil negociar en perjuicio de los que nos rompemos el alma toda la vida. A los compañeros que se presentaron en nuestra lista, los echaron a todos. Quien tenga la capacidad de organizar es despedido.


publicado en http://www.revistapuerto.com.ar/RP_Noticia_Detalle.php?id=459