Si votás a un Pérez…te sale un Medina

Hace casi exactamente cuatro años, Daniel Medina asumía como rector de nuestra universidad luego de una virulenta disputa entre camarillas que, como ahora, no lograban alcanzar un acuerdo a la hora de imponer una sucesión acorde con la “normalidad institucional”.
Una normalidad institucional acosada por una Ley de Educación Superior que se expandía por todo el país para legalizar el desfinanciamiento presupuestario, la violación de la autonomía universitaria, y la composición social reaccionaria y privatizadora de un gobierno universitario estrictamente funcional a la aplicación de estas políticas.
Una somera lectura de los diarios de la época (El Atlántico, 8/4/04) nos puede ilustrar el modo con que el actual rector fue construyendo los consensos necesarios para lograr su objetivo: en su agenda “figuraban” demandas históricas del movimiento estudiantil, como la construcción de un comedor universitario, o la necesidad de reformar los estatutos para democratizar los órganos de co-gobierno. Planteaba, incluso, como propia, la necesidad de que las autoridades fuesen elegidas por medio del voto directo…
Pues bien. Al comedor universitario lo demolió, y la construcción de uno nuevo lo mira irse del rectorado sin pena ni gloria, con estudiantes privados de un menú nutritivo y barato.
Y la reforma de los estatutos que se desarrolló no tenía otro objetivo que adecuarlos a la LES, y terminó el año pasado sin ofrecer respuesta alguna a las demandas de los estudiantes.
Hay una historia, y es la que nos brinda elementos para leer a la presente situación como una oportunidad preciosa para avanzar en la elaboración y difusión de una perspectiva política que se configure como alternativa a la penuria material que el gobierno de Cristina viene a intensificar, habida cuenta del acuerdo con los rectores del CIN para avanzar en una reforma de la LES que no hace otra cosa que profundizar sus aspectos centrales.
Esa historia, y la presente, nos permite llenarnos de argumentos e incrementar nuestras fuerzas para arrancarle a una gestión – la de Medina, la de Pérez, o la de quien sea-, en términos concretos, reivindicaciones tan sentidas como el comedor, la guardería para los estudiantes, subsidio para las fotocopiadoras autogestionadas, etc..
Todos dicen que la universidad no es una isla separada de su contexto: en el último trimestre, la canasta básica de alimentos se ha incrementado un 30%, manifestación extrema del agotamiento del régimen impulsado por el gobierno Kirchner; dentro de este marco, no vamos a firmar ninguna paz social con nadie porque los compañeros que no puedan continuar sus estudios por problemas económicos no pueden esperar (como tampoco los docentes y trabajadores que cobran salarios de miseria), y es necesario, ya, impulsar la democratización del gobierno universitario, en función de reestructurarlo sobre nuevas bases sociales, para salir a luchar con garantías reales por el presupuesto que necesitamos.
La presente situación política va a estar determinada por la firmeza que mostremos los estudiantes a la hora de profundizar nuestra lucha por un gobierno universitario de estudiantes y trabajadores.