En mayo de 1969, ya hacía meses que los obreros de Córdoba protagonizaban una lucha creciente: paros masivos de la UOM por la derogación de las "quitas zonales" -rebaja de los salarios que afectaba a trabajadores del interior; paro masivo de los obreros de UTA, por primera vez en mucho tiempo, exigiendo la vigencia del convenio; pelea sistemática en las plantas mecánicas contra el aumento de la "productividad obrera". Todo este proceso encontró un eje masivo con el reclamo de la derogación del sábado inglés.
La necesidad de una huelga general activa fue debatida intensamente entre los delegados y el activismo, fruto del desgaste total de las "huelgas a la antigua" o "materas". El "paro activo" comienza a ser parte del léxico de la lucha obrera.
En Córdoba, con la acción decidida de los trabajadores mecánicos que enfrentaron a la policía que reprimió la asamblea convocada en el Córdoba Sport el 14 de mayo; en Rosario, con el alzamiento obrero estudiantil del 21 de mayo que ocupó la ciudad (y el paro general, total, del día 23, en Rosario y su zona, con más de 10.000 asistentes al entierro del estudiante asesinado Bello), hizo su presentación una nueva generación obrera, luego de la experiencia de la huelga general de 1959 hasta el golpe militar.
Hacia el 29
El miércoles 21 de mayo, día del Rosariazo, la deliberación en las plantas mecánicas fue muy intensa. El jueves 22 un plenario general de delegados del Smata, con activistas de las distintas plantas, votó convocar a un paro de 48 horas con movilización para la semana siguiente. Así se puso en marcha el "paro activo" del jueves 29. Un plenario de delegados de la UOM votó también un paro de 48 horas. El viernes 24 las direcciones de las CGT nacionales - Vandor y Ongaro, oficializaron la convocatoria a una huelga general nacional de 24 horas para el 30 de mayo, pasiva, sin movilización.
El Cordobazo fue así concebido, organizado y protagonizado, en primer lugar, por una vanguardia aguerrida. El cuerpo de delegados de la planta Santa Isabel, la mayor y más politizada de las siete plantas mecánicas, tenía 85 miembros, una representación escasa para los 6.000 trabajadores de entonces; aproximadamente la mitad estaban enfrentados a la burocracia. En el plenario de delegados, en forma genérica, y luego a través de una "comisión de acción", se organizó paso por paso la fabricación de los elementos de autodefensa que iban a ser utilizados el 29 de mayo: las hondas de metal a ser usadas con bolitas de acero -especialmente aptas para desestabilizar a los policías a caballo, los "miguelitos" para "clavar" vehículos que estuviesen quebrando la huelga, las bombas molotov (para cuya utilización se hicieron cursos acelerados en los días previos).
La reunión del 28 de mayo en la CGT Córdoba que reunió a Agustín Tosco (Luz y Fuerza), Torres (Smata), Atilio López (UTA) y Alfredo Martini (UOM, en representación de Alejo Simó) puso la firma a la convocatoria oficial del 29 de mayo. Las direcciones de ambas CGT rubricaron el primer "paro activo" en la historia del movimiento obrero y la coordinación de las cinco columnas obreras para un acto frente al edificio de la central sindical.
La descomposición de la dictadura y el rol de Perón
A fines de 1968, los signos de agotamiento de la dictadura eran evidentes. La tentativa de desarrollo industrial subsidiado a través del Estado había fracasado. Las cuentas fiscales estaban en déficit. La dictadura estaba obligada a imponer un nuevo plan de "austeridad". La crisis llevó a pronunciamientos críticos de parte de la UIA y las asociaciones rurales (Alsogaray rompió públicamente con el gobierno en octubre del '68). El intento de la dictadura de dar paso a una salida "corporativa", a través de la instalación de un Consejo Asesor en Córdoba, terminó en el mayor de los aislamientos.
La crisis alentó en la fracción de la burocracia orientada por Vandor y un sector de las fuerzas armadas la expectativa de un copamiento del gobierno militar por un elenco "desarrollista". Vandor y Perón se reunieron en octubre del '68 y acordaron la reconstitución de las 62 Organizaciones Peronistas, lo cual llevó a la virtual desaparición de la CGTA (Ongaro), cuyos sindicatos fueron emigrando de a uno hacia la CGT Azopardo. A fines de 1968, la CGTA había quedado reducida a un puñado de sindicatos.
El peronismo y la UCR buscaban un recambio ministerial. Como lo planteó Política Obrera: "para la burguesía es urgente un plan de institucionalización (...) los planteos de ‘reformar' la Constitución y, luego, un llamado a elecciones. Todo este programa es de inspiración burguesa proimperialista y su dirección se la disputan Lanusse y Onganía" (Política Obrera 51, 21/5/69).
La jornada histórica
A las once de la mañana del 29, las columnas obreras comenzaron a converger sobre el centro de la ciudad. Las más numerosas y aguerridas, de los obreros mecánicos y en particular de Santa Isabel, tuvieron a su cargo los primeros choques con la policía y tuvieron el primer mártir de la jornada: el obrero del Smata Máximo Mena. Los obreros se valieron de las piedras y las baldosas de las veredas, y de las barricadas. La policía se vio obligada a retroceder y desertaron más de 400 efectivos: algunos se rindieron en un acto formal en las barricadas.
A las 14:30 horas, la ciudad estuvo completamente en manos de los huelguistas y la dictadura anunció el ingreso del ejército, un ingreso que se materializaría varias horas después. A esas horas, no lo dice el PO, los comunicados del ejército "demostraban que los militares operaban de acuerdo con la falsa suposición de que el levantamiento respondía a un mando central". Sin embargo, "la dirigencia sindical trabajaba en gran medida en la oscuridad, apenas capaz de seguir el curso de los acontecimientos y mucho menos de controlarlos"1.
La inhallable colección del diario Córdoba destaca las características del paro "activo" que se convirtió en levantamiento popular y ocupación de la ciudad. La inmensa mayoría de quienes ejercieron el liderazgo ese día fueron obreros cuya edad promedio era de 25 años. La disciplina política de los manifestantes fue ejemplar, lo que se expresó en la destrucción y el incendio de edificios que eran un símbolo inocultable de opresión y saqueo: locales de empresas extranjeras como Xerox y Citroën, oficinas de la Dirección de Rentas en las que fueron quemados documentación con las deudas de impuestos provinciales (que habían subido un 800% en el último período). La abnegación y el liderazgo obrero fueron inocultables: "las radios cordobesas no vacilaban en decir (que) ‘los estudiantes siguen en todas partes la iniciativa de los obreros'" (Política Obrera 52, 4/6/69).
El Cordobazo no fue la primera huelga política en la historia del país ni la única que empalmara con un levantamiento popular (la Semana Trágica de 1919 o la Huelga general de enero de 1959 desatada por la represión de Frondizi al Frigorífico Lisandro de la Torre tuvieron estas características). El grueso de los cánticos fue con una consigna novedosa en las calles: "luche, luche, luche, no deje de luchar, por un gobierno obrero, obrero y popular". Las otras consignas, clásicas hasta ese momento -"obreros y estudiantes, unidos y adelante" o las referidas al regreso de Perón, fueron escuchadas raramente.
Sobre el filo de los hechos, Política Obrera planteó: "Córdoba alumbró la semana pasada la huelga política de masas más extraordinaria del país en los últimos cincuenta años... ella ha puesto a luz el fenómeno fundamental de todo el proceso político y social del país: el nacimiento de una vanguardia revolucionaria obrera" (Nº 52, 4/6/69).
Un año después decía: "La vuelta de Perón fue la consigna de 1955-59 (y) gobierno obrero y popular la de 1969. Por esto es completamente justo afirmar que el levantamiento de mayo cierra todo un período de la historia nacional, el iniciado el 17 de octubre de 1945" (Política Obrera 70, 18/5/70).